Permitidme una confesión: mi objetivo en la literatura es tener el culo prieto. Con esto, ya sabéis bastante de mí: que escribo, que hago deporte.
Hay algunas cosillas más. Digamos que me llamo Carlos, que tengo el colon irritable y que siempre he sido alérgico a los ácaros, a las gramíneas, al polen de olivo, al pelo de perro y al trabajo monótono y mal remunerado o sea, al trabajo.

Era una fábrica de mocos, yo. Como cualquier hijo de vecino, estuve años medicándome contra la alergia antihistamínicos y vacunas, con escaso o ningún éxito. Cierto día mi hermano gemellizo, tan alérgico como yo, me contó que había cambiado sus hábitos alimenticios, que había optado por una alimentación evolutiva y que había experimentado una mejoría mastodóntica en asuntos de alergias y otros asuntos de la salud.

Yo, que tengo ojos dos en la cara, presencié los resultados y enseguida lo tuve claro: suprimí de mi alimentación el azúcar, los alimentos procesados y los cereales y, en poco más de un mes, las alergias remitieron casi del todo y el colon cambió su humor a mejor.

¿Qué más? Digamos que me llamo Carlos y que durante muchos años he llevado una vida sedentaria, a pesar de ser asiduo a gimnasios, con picos de mayor o menor frecuencia, y de practicar no pocos deportes en mis años imberbes: fútbol, baloncesto, tenis, voleibol, balonmano, natación… La paradoja. Al haber tenido trabajos de oficina desde que salí de la universidad y al dedicar buena parte de mi tiempo libre a leer y escribir, he pasado sentado un mínimo de ocho horas al día durante años, a resultas de lo cual he convivido con dolores continuos en la espalda baja, sobrecarga en hombros y cuello, molestias ocasionales en las rodillas y poca movilidad articular en general. Las consecuencias. Cierto día otro cierto día, mi hermano gemellizo de nuevo me habló del entrenamiento funcional, de la importancia de respetar la naturaleza de nuestro cuerpo y de replicar patrones de movimientos humanos, algo que había empezado a practicar hacía un tiempo, con sorprendentes resultados. Aquello me picó la curiosidad y me introduje, gracias a él, en el entrenamiento funcional y en modalidades como el yoga, el Paelotraining, Kick Boxing o Animal Flow. Los beneficios fueron inmediatos.

La misma curiosidad me ha llevado a realizar el curso de iniciación en Paleotraining, a obtener el título en Nutrición Deportiva, Ciencia del Entrenamiento y Rehabilitación de Lesiones por el Instituto de Ciencias de Nutrición y Salud y a realizar la formación que capacita como instructor de Animal Flow, además de seguir picoteando en otras disciplinas que exploren distintas formas de moverse.

Ahora, con Humanimal Training, mi hermano gemellizo y yo queremos compartir todo este aprendizaje de años y enseñar que se puede estar en forma sin máquinas de gimnasios, sin ejercicios repetitivos y monótonos que trabajen grupos musculares aislados, queremos mostrar que se puede entrenar de una forma entretenida, variada y en contacto con la naturaleza.