Levántate y anda para pensar mejor

Sí, vale, en la anterior entrada de nuestro blog, Levántate y anda, ya dejamos claro que interrumpir cada poco el tiempo sedentario con pequeños instantes de actividad física ligera como caminar mejoraba parámetros metabólicos y cardiovasculares como los niveles de glucosa en sangre, la sensibilidad a la insulina, los triglicéridos o medidas de adiposidad, además de contribuir a aumentar el gasto energético diario total, pero aquellos centrados en el rendimiento y la productividad laboral por encima de todo dirán ¿y a mí qué?

Pues bien, la permanencia ininterrumpida en posición sentada reduce el flujo sanguíneo cerebral, mientras que esta reducción del flujo sanguíneo se compensa cuando se incorporan frecuentes pausas de corta duración para caminar durante ese período de sentadismo.

Las células del cerebro necesitan el oxígeno y los nutrientes transportados por la sangre para poder funcionar adecuadamente. Si mantenemos ese flujo sanguíneo al cerebro en niveles bajos durante largos períodos de tiempo sedentario, no solo estamos perjudicando nuestra capacidad de pensamiento inmediata, sino también la salud global de nuestro cerebro a largo plazo.

La imagen que acompaña esta entrada del blog es muy significativa. Corresponde a un estudio del doctor Charles Hillman, del la Universidad de Illinois, The effect of acute treadmill walking on cognitive control and academic achievement in preadolescent children. En él, analizó el resultado de 20 estudiantes en un test que involucraba distintas áreas como lectura, deletrear o aritmética, realizándolo bajo dos circunstancias distintas: tras estar 20 minutos sentados y después de haber caminado 20 minutos. El resultado, obtuvieron mejores resultados tras haber caminado 20 minutos antes, además de completar las tareas no solo con más precisión, sino también más rápidamente.

Pero esto no es todo. Vale, sabemos que caminar 20 minutos activa el cerebro y sus capacidades mucho más que estar sentados esos 20 minutos, pero no podemos permitirnos frecuentes pausas de 20 minutos en el trabajo. ¿Qué podemos hacer entonces?

Pues veamos este otro estudio, Regular walking breaks prevent the decline in cerebral blood flow associated with prolonged sitting, donde analizan el flujo sanguíneo de 15 trabajadores de oficina en tres situaciones distintas:

-Trabajando sentados frente al ordenador durante 4 horas, levantándose únicamente para ir al baño, que estaba cerca.

-Trabajando sentados 4 horas pero levantándose cada 30 minutos para caminar 2 minutos a ritmo tranquilo.

-Trabajando sentados 4 horas pero levantándose solo después de 2 horas para caminar 8 minutos al mismo ritmo tranquilo.

Los científicos midieron el flujo sanguíneo cerebral justo antes y durante cada pausa para caminar, así como al final de las 4 horas de trabajo. Como esperaban, el flujo sanguíneo disminuye tras estar sentados varias horas. Esa reducción fue prácticamente la misma al final de la jornada entre aquellos que estuvieron sentados todo el tiempo y los que hicieron una pausa a los 2 horas, a pesar de que el flujo sanguíneo cerebral se incrementó durante esa pausa para caminar.

Sin embargo, el flujo sanguíneo aumentó incluso al final cuando hicieron frecuentes pausas para caminar 2 minutos durante la jornada, solo los frecuentes descansos (interrupciones del sentadismo) tuvieron un efecto general de prevenir una disminución en el flujo sanguíneo cerebral.

De nuevo, es el movimiento frecuente el que beneficia a todo nuestro cuerpo, incluyendo el cerebro y sus capacidades, mientras que el sedentarismo ininterrumpido lo perjudica.

Desde cierto punto de vista se podría decir que nos volvemos un poco más tontos si permanecemos sentados mucho tiempo ininterrumpidamente, no nos riega adecuadamente el cerebro, lo que podría explicar el éxito de ciertos programas de televisión, o de la televisión en general 😜.

Por cierto, en otro estudio analizan también ese aumento del flujo sanguíneo cerebral al estar descansando de pie, caminando, corriendo y montando en bici. Caminar incrementaba significativamente ese flujo sanguíneo cerebral, pero a un nivel más bajo que correr, mientras que, curiosamente, lo incrementaba más que montar en bici. Los científicos creen que se puede deber al impacto ejercido contra el suelo al caminar o al correr, impacto que no se produce al montar en bici. Por tanto, nuestro cerebro necesita mucho movimiento frecuente de intensidad ligera como caminar, pero también necesita el estímulo de actividad física más intensa y más corta en duración como puede ser correr.

Ya hemos hablado de ello en entradas anteriores de nuestro blog, La cerebración del movimiento y Deporte para un cerebro más sano, limitar nuestro movimiento es limitar nuestro pensamiento. Pero no solo tenemos que movernos, sino que debemos movernos frecuentemente a lo largo de todo el día. Eso es lo que todo nuestro cuerpo espera, incluyendo nuestro cerebro, para poder funcionar adecuadamente.

Si has de permanecer sentado largo tiempo, levántete y anda cada poco y verás las cosas más claras, tu cerebro lo agradecerá.